2010-09-01

QUEVEDO Y ALCALÁ. UN COMENTARIO A SU “POLÍTICA DE DIOS. GOBIERNO DE CRISTO” DONDE SE NOS MUESTRA COMO UN ESCRITOR ENTERO. CATÓLICO Y ESPAÑOL.




Días de las Cabañuelas expira agosto pasé una noche entera son poder dejar el libro de las manos. Otros curen del gobierno, el mundo y sus monarquías. Por la tele y por la radio hablan de un Lope que no reconozco. Es un porno-Lope. Esta sociedad perversa e inicua todo lo bate con su mortero metrosexual en el ojo de boticario de la lascivia. Lope bien pudo ser un follador impenitente pero esos chicos de la SER no han leído la pobre barquilla mía ni degustado la ternura de sus Villancicos. La verdad es que don Francisco de Quevedo y Villegas no fue un asalta cunas como el bueno de Lope ni un galán de monjas. Más bien parece ser que fue pájaro de un solo nido y se acreditó como el autor del mayor canto al amor en castellano. Polvo enamorado pero su Lisi le salió rana. No es que fuera una pilungui. Era una mosca mojonera que hizo de su matrimonio un infierno portátil se llamaba Felipa... Desencantado por este amor juglaresco y hereje, un nido vacío, un lugar común, falaz, tornó los ojos a Baco y de lupanar conoció muchas más hembras que el melifluo e hispido Lope como era zambo y ya se sabe que los cojos poseen una capacidad sexual hipermetropita su icono falico era muy reverenciado y hasta fue famoso en las casas llanas de Castilla, de Cataluña, de Italia. Pues a Alcalá putas que viene san Lucas. Creo que esta es frase suya para honrar al 18 de septiembre

Por desgracia los chicos de la SER nunca leerán ni sabrán leer al monstruo de las letras españolas Quevedo siempre fascina y subyuga. Incluso como comentarista político y apologeta religioso- no me pasa lo mismo con san Juan de la Cruz ni con el padre Granada y fray Luís de León pese a sus calidades eximias es un autor rollo, y Lope, tan católico tan español, suena a hueco- el mensaje de sus libros se preserva fresco transcurridos cuatro siglos. Y es que don Francisco era un hombre de su tiempo, un hombre de hoy y un español de todos los tiempos. Característica y pervivencia del genio. Lo que dice y como lo dicen llegan igual ahora que hace cuatro siglos. La voz del autor de los “Sueños” hace que el lector no se encuentra sólo con un autor sino con un país que es la España eterna. Las zahúrdas de Plutón donde toda corrupción, todo meneo, toda larcenia están tan vivas que parece que han renovado el fuego del infierno y la corte del Borbón es el nadir de lo que fue cenit con Felipe IV y siguen creciéndonos los enanos y es nadir con Juan Carolo I, el rey bartola, ahí me las den todos, debe de tener una flauta con un agujero solo, que nunca creíamos que con ese individuo en el trono España pudiera caer tan bajo. Este Zapatero puede ser el bufón de corte don Francesillo el alemán al que pinita Velásquez en las Meninas

Con las mismas me voy a Alcalá. Es la ciudad de España junto con Segovia, tal vez, mi pueblo donde se siente y se entiende el mundo quevediano en su españolidad apasionada y candente. El estilo es el hombre y la huella de su paso por esta tierra está en las piedras, en las torres de las iglesias, en los muros de los conventos, en los dinteles blasonados de los colegios mayores. Hay muchos en esta ciudad de genio alegre, estudioso y militar. Busco al caballero de las espuelas de oro, el de la cruz colorada sobre la ropilla de limiste, la mirada profunda un tanto irónica y desvergonzada atravesada entre las lentes el labio superior un poco sumido y el inferior prominente, que se plegaba en rictus entre lo irónico y lo despectivo. Me pierdo entre los figones con trastienda y corralillo bajo las parras el pámpano a la puerta un pozo con brocal en el medio y por allí cercas una alberca.

Me hice hace muchos años de la orden de Fray Jarro. Que3vedo es el divino beodo de las letras castellanas. Antes de llegar a Complutum había siete ventas y una estaba en pie hasta hace poco y en ella tuvo lugar el famoso episodio del Buscón de los estudiantes las dos putas y el clérigo gorrón que no había cenado. Todos tratando de engañar a aquel maldito ventero morisco que se las sabía todos pero los gramáticos y el clérigo cornadas del hambre hacen una burla del mesonero y es allí donde consuma su bautismo de fuego en la picaresca el bueno de Pablillos que era cabe recordar paisano mío, hijo del que dispensaba en Segovia el garrote vil con borla del Santo Oficio.

Me siento a la puerta del ventero mientras el ventero morisco me mira de reojo con cara de pocos amigos porque en su establecimiento debe de ser ramadán todos los días. Don Francisco pasea por el estragal y hace momos detrás del cura que va rezando el breviario o hace como que responsea. Las putas se emborrachan a costa de los estudiantes y una de ellas debe de ser prima mía. Se llama Leonides la vi el otro día por la fiesta y diz ejerce o ejercía el oficio más antiguo del mundo en Barcelona. Pasan dos ciclistas. A lo lejos se escucha silbar el tren de cercanías. Perdonen el anacronismo pero este oficio de la literatura carece de tiempo lo trasciende e inmortaliza las visualizaciones interiores. El timbre de un móvil llama la atención del Caballero de la Cruz Colorada que me sonríe. Su boca desalmenada luce unos buenos paletos. La única que le quedan pero aun quedan raigones en una boca oscura como un cuévano y llena de mellas. El cura ha parado de rezar o de hacer que reza ser tercia un poco el bonete y mira con hilaridad para los dos mozas que se mueren de risa y que no acaban de ajustar tarifa con los dos estudiantes que deben de ser novato.

Rastros conversos aquí y acullá; pero aquí el pueblo de Israel desapoderadamente renuncia a la ley vieja y abraza la catolicidad. He ahí uno de los enigmas del misterio español, del que don Francisco, en sus contradicciones, resulta uno de sus más insignes representantes. Sus raíces judías se compadecen poco con la vehemencia que ataca a Judas en sus tratados religiosos, a los sumos sacerdotes del Sanedrín, fámulos de Anas y Caifas que fueron con palos con antorchas al Huerto de los Olivos (érase un hombre a una nariz pegado) o la vehemencia con que defiende el patronato santiaguista en contra de los conversos que querían sustituir al Hijo del Trueno por Santa Teresa la cual sería canonizada junto con san Isidro Labrador e Ignacio de Loyola en 1521 un cinco de abril cuando es entronizado Felipe IV. Fue el gran rey de las Españas y del imperio al que hace subir Velázquez en un caballo triunfal y ruano, el monarca que ronda los conventos y que se parece un poco a Lope en su sexualidad insaciable casi femenina. En Flandes empezó a ponerse el sol pero aquel glorioso ocaso duró bastante tiempo.

El cuarto de nuestros Felipes. Nieto del prudente, biznieto del invencible e hijo del santo al que Góngora epitomiza como el crisol de las monarquías y que va a servir de modelo a Quevedo para trazar la imagen de lo que debe de ser la monarquía absoluta en un príncipe cristiano, fue augusto en todo cuanto hizo incluso en sus debilidades.

La epistemología al uso asevera que Quevedo era oriundo de la montaña un valle santanderino del mismo nombre. Sus padres entraron a servir como criados de los Reyes Católicos, el padre sería caballerizo de Felipe II y la madre azafata de Isabel de Valois. El se mofa de su heráldica cuando hablando de su casa desvencijada y en ruinas solariega “da el sol a todas las horas por haberse hundido el tejado. Es el único de nuestros clásicos que hablaba y escribía a la perfección el hebreo. Demuestra con soltura y mucha solercia y autoridad tales conocimientos en sus comentarios bíblicos sobre todo en los del Libro de Job, no superados por ningún exegeta. Sin embargo, por rencillas, rencores, y esa malquerencia que surge cuando menos te lo piensas en la vida española tuvo que aparecer un jesuita el padre Juan de Pineda que recela intrusismo en este afán por desmenuzar las explicaciones a uno de los libros más difíciles del antiguo testamento.

“Yo profesé- responde Quevedo al padre jesuita el 8 de agosto de 1626- en la universidad de Alcalá teología y filosofía y estoy graduado; fueron mis maestros el dr. Montesinos, Thenas y el Padre Lorca; no los digo para suficiencia, solo para que vuestra reverencia sepa que, aunque mal a su parecer, hablo de lo que he profesado”. Pero en este país de qué dirán la envidia suele ser aliada de la ignorancia y los reparos del vilipendiado escritor que no sólo era un poeta satírico sino tambien un profundísimo teólogo cayeron en el vacío. Alto a la dueña. Le ofenden al más insigne de nuestros vates que los vates vinieran dirigidos desde la pluma acerada de un jesuita, ya que en esta carta hace profesión de fe y de respeto a la orden loyolea. “La Compañía está en mí y en mi corazón… a la que debo desde los estudios de gramática y pudiera deber grandes progresos si a sus diligencias no se hubiesen opuesto mi incapacidad y mis distraimientos…” en esta carta parece ser que e4xpresa su desconsuelo por no haber profesado en la Compañía de Jesús. Era sin embargo y lo fue de por vida un jesuita laico que fue a su aire. La jovialidad y la fama de revoltoso y algo díscolo que se ganó en Alcalá obstaculizaron su acceso a las ordenes por ser costumbre que los que se graduaban en teología recibieran el diaconado o al menos regresaban a sus pueblos de minoristas. El Gobierno de Dios es una apología de la monarquía absoluta y de la primacía papal, una defensa de la guerra justa contra la herejía y la invasión. Trono y altar han de aunar fuerzas y el pueblo y el ejército han de estar en colusión y en armonía. Pero al propio tiempo es una diatriba feroz contra los mohatreros, los advenedizos, las camándulas, los malsines, los bocazas, los validos, los monederos falsos, los malos sacerdotes, los reyes tiránicos, los autócratas, los lobos disfrazados de cordero, los explotadores, los enemigos de Dios, los impostores, los falsos pontífices… Quevedo escribía para los europeos de los comedios del siglo XVII pero por las trazas parece que ser que se está dirigiendo a los españoles de inicios del XXI

Dada la gran carga ideológica, Quevedo que tenía terminada la obra en 1635 no se determina a darla a la estampa ante el cúmulo de enemigos que se amotinaron contra él toda su vida. Ese año fue e3ncarcelado en San Marcos de León. Sale suelto diez años más tardes y muere al poco tiempo. El libro es publicado en 1655 por su sobrino Pedro de Alderete y Quevedo

miércoles, 01 de septiembre de 2010

Continuará