2011-07-18

ES UNA LA RUEDA DE LA FORTUNA

Rota celtita


Son las cruces que esparce el camino, las que adornaban la subida al calvario del cerro, allá por donde descansan mis muertos a la sombra del espino que secó, cruces de san patricio que recorrió las ciudades de bretaña con el arpa al hombro y repitiendo en sus sermones la frase en latín “gloriae suae deus nos fecit compotes”. El señor nos hizo participes y solidarios de su gloria, mensaje optimista. Bendecía las chozas y hacia la señal de la cruz sobre los solares un circulo que atravesaban cuatro palos y la vida que fluye sin fin. Rota céltica, cruz gamada que expresa la vida y el movimiento continuo, siempre andamos en danza y a la caza de un ideal brujuleando en el “perpetum movile” ovejas de pación que miran para el firmamento donde se ubican los prados celestiales. Nosotros proponemos, Dios dispone y nuestro destino da vueltas entre las aspas magistrales de la Hukenkreuz. El símbolo lo ponían los carpinteros hasta en el fanal de los carros. Daba buena suerte. Los monjes de san columbino los predicadores de la rota Celica llevaban el evangelio de san juan en las alforjas y su regla otorgaba que los profesos a la vida monástica habían de visitar la tumba de san juan evangelista en Marey Ana en Turquía y prosternarse a los pies de la Virgen de la Durmición en EFESO. Muchos encontraron la muerte al cortarles el paso y la vida los súbditos del Zancarrón fanático. Efeso=effeta, abríos oídos míos a la gracia de la salvación. Aspiraban los irish hijos de san patricio a la vida perfecta y se decía que estaban en estado de gracia cuando eran capaces de escuchar el trisar de la golondrina bajo los aleros. Su día lustrillo o de purificación era el 25 de marzo. Pero tenían algunas costumbres paganas inherentes a su raza como eran la superstición del sol y las danzas de las bacantes en los solsticios (tripudios), eligiendo al abad por insaculación, cada monje sacaba una piedrecilla, a la que llamaban cálculo, de una caja de Pandora que se ponía delante de la comunidad una vez adorada la rota Celica mientras el sacerdote entonaba las preces:

- sal, sal, sal, sol amado

No era un acertijo sino una invocación de la antigua heliolatría. Y en las tardes de invierno cerca de la cruz y la rosa las viejas hacían sus recuentos:

Tortuga, tortuga, ¿qué faces en medio?

Tejiendo estoy la lana y el lino milesio

¿qué hizo tu hijo que murió tan presto?

Cayó del caballo y se ahogó en el mar soberbio