2016-11-22

VIAJE AL PAIS DE LOS TEMPLARIOS











 

 

MONASTERIO DE CARDABA SACRAMENIA UNA HISTORIA DE NOVELA

 

 

 

 

 

El día de san Bernardo los que, como yo, siguen la regla del doctor melifluo y abrazaron las constituciones de su monacato dentro del siglo se sienten un poco tristes. Es tristeza fin de siècle, llanto por nuestros pasos perdidos, tristeza de finales del verano, nostalgia celestial por el canto de aquellos monjes blancos con la cogulla negra resonando lejanos a través de  los valles de Europa. Son las voces anónimas de quienes siguieron la senda apartada del cantor de María, melifluas armonías 20 de agosto.

Menguan los días, marchan las golondrinas pero los zarzales se encuentran llenos de fruto y la luz declinante baña de todos los colores el rosetón de la antigua iglesia del monasterio de Cardaba en Sacramenia cuyo claustro fue vendido a los norteamericanos y hoy puede visitarse en Nueva York. Subí varias ocasiones a su emplazamiento en el alto Manhattan cuando era corresponsal o bien acompañando a familiares y parientes venidos de España o llevado por la nostalgia de aquellos sillares de buena labra que contenían todo el carbono 14 y el polvo de aquellos andurriales que tantas veces recorrí de niño. Eché de menos el silencio monacal y esa vida anónima de los profesos que muertos al mundo sus pompas y vanidades pasaron por esta vida sin dejar rastro salvo alguna que otra firma al dorso de alguna letra capitular miniada un nombre o una fecha consignados al desgaire sobre algún que otro libro del armorium o biblioteca capitular.

El monasterio debió de ser muy grande dadas las dimensiones de la bodega y del granero. En todas las actas la firma del padre cillero o ecónomo figura al lado de la del abad. Algo más de un centenar de monjes entre profesos y donados que hacían vida de comunidad total sin derecho a la privacidad ni a una celda conventual según la estricta regla de Claraval. Pasaban la noche en dormitorios corridos su descanso nocturno siendo interrumpido por el rezo de maitines, prima tercia y nona. Rezaban en una única iglesia y comían en un refectorio comunal, iban a trabajar al  campo en cuadrillas y estudiaban en el scriptorium una gran sala al lado de la huerta volcando su sabiduría sobre los códices haciendo correr el cálamo con buen pulso e infinita paciencia benedictina sobre el pergamino. Escribían con tinta negra y roja. Quehacer impersonal sin vanagloria fidelidad a un canon y un horario fijo todos los días igual. Hacían guerra a las pasiones dominaban sus apetitos mortificaban sus carnes con ayunos y morían de muy viejos casi siempre delante de un retrato de la Virgen María que les abría las puertas del cielo. Ello forma parte del misterioso legado cisterciense que siempre me sedujo. El que a dios tiene nada le falta aunque viva pobre como una rata y en el más estricto anonimato monacal.

Esos colores vitrales de la iglesia escondida en el valle de Sacramenia guardan muchos de mis recuerdos de niño cuando en cuadrillas acudíamos a la romería que se celebraba en el prado boyal; garrafatinas, almendras de Alcalá, tiro al pato en las casetas, tambor y gaita. Inundaban el aire melodías de dulzainas. Los del pueblo jota va jota viene arsa morena bailaban al santo hasta que antes de atardecido acababa el jolgorio y regresábamos a nuestras aldeas andando. 

Hace muchos años que no acudo al festejo en los predios sacramenios de san Bernardo, antiguo cenobio castellano y una de las primeras fundaciones cistercienses, situado entre Valtiendas y Pecharromán aguas debajo de un río que nace en Fuentesoto y al que aun no han puesto nombre solo se sabe que es afluente del Duratón. Flotan sobre el ambiente tristezas de despedida, nadie conoce los pasos ni los designios de dios porque los muros sagrados se derrumbaron en el trajín de los siglos, de las guerras, las desamortizaciones, las leyes secularizadoras: ese ir y venir de la historia en el que no se percibe un rigor lógico. Es el caos de las pasiones humanas, el vórtice de la naturaleza inmisericorde con los débiles.

 Si en Inglaterra pasó como un terremoto Cromwell que redujo a ceniza casi prácticamente la totalidad el patrimonio eclesiástico inglés uno de los más ricos durante la edad media, en España un ministro por nombre Mendizábal pasó por estos ámbitos como la apisonadora. Por si fuera poco mamelucos y gabachos durante la francesada dieron buena cuenta de lo que quedaba.

Se quemaron  cosechas, pegaron fuego a varios pueblos como el de Santa Cruz en el alfoz de Fuentidueña y ardieron  conventos. Un furor revolucionario sacude la historia de tarde en tarde y agitando la tea iconoclasta acabó con estos muros consagrados. La casa matriz del Cister  y la propia orden que irradió por toda Europa una fuerza expansiva, extensiva, cultural y constructora al grito de Dios lo quiere, impulso de las cruzadas, premonición del arte románico en el que Cristo se convierte en músico y arquitecto, un increíble y misterioso movimiento religioso y litúrgico en la primera y segunda mitad del siglo XII está hoy casi desparecida.

Clairvaux se convertiría en una de las penitenciarias inexpugnables de Francia al igual que el monasterio de San Miguel de los Reyes en Valencia o el propio Chinchilla. Los edificios que un día fueron jardines de María – en mi obra Viva Claraval elogio de la vida contemplativa lo especifico – se transforman en aulas de dolor.  Eran  aulas de Dios. ¡Qué ironía! El monasterio de Veruela en Soria le sirvió a Bécquer de inspiración para algunas de las historias de terror en las que se inicia el romanticismo como género literario al igual que toda una pléyade de cenobios cistercienses en Galicia (Celanova), Zamora (Moreruela), Palencia (Aula Dei), fantasmagóricos recintos abandonados. La regla bernarda cambió el rostro de occidente desde el punto de vista religioso. En España el rito hispano visigótico de origen griego cede el sitio al rito romano. Los monjes blancos traen consigo el espíritu de cruzada y se transforman en soldados ocupando torres en la frontera. Otro aspecto es el afán repoblador. Plantan majuelos, roturan baldíos, siguiendo el precepto de san Benito ora et labora en el que inspira su regla san Bernardo. Los caldos del mejor vino del mundo el Vega Sicilia que se cría por estos pagos fueron una invención cisterciense. Los monjes trajeron esquejes de las viñas borgoñas y trasplantadas a los valles del Duero produjeron ese mosto superior.

Cardaba – la data de su consagración remonta a 1142- fue construida por musulmanes que fueron hechos prisioneros por Alfonso VII el Emperador y conducidos a Castilla como mano de obra. Es por esto por lo que en los valles de Sacramenia, Aldeasoña, Provanco y Peñafiel buena parte de la población es de origen morisco (también judía) que se mezcló con la autóctona de ascendencia romana o vaccea. Son los aportillados de Sacramenia a los que Alfonso X manumitió y les dio derecho a llevar armas y acudir a la guerra como soldados.

Sabemos que el primer abad era borgoñón y se llamaba Raimundo y que el último era un amigo del Empecinado que se tiró al monte y murió peleando con los franceses. Se llamaba fray Elías. En 1835 son enajenados los predios de Cardaba y los compra un labrador rico de Pecharromán. Casi un siglo adelante 1925 el magnate Randolph Hearst los descubrió y decide adquirirlos con la intención de transportarlo piedra a piedra a los USA por cinco millones de pesetas. Los sillares marcados y ordenados fueron embarcados y transportados en un carguero a Estados Unidos.

Ocurre la gran crisis del 29 y los negocios de Hearst el magnate que inspiró al Ciudadano Kane de Orson Wells dio en quiebra y el cargamento permanece olvidado en una dársena del puerto neoyorquino. Unos estibadores al cabo de tres décadas descubren el contenedor y las piedras van a parar a Miami (el ábside) mientras el ábside se queda en un museo al norte de la ciudad de los rascacielos. En fin, todo un cúmulo de vicisitudes dignas de un apasionante thriller trama para ahormar una novela supositicia de fantaciencia.

De las piedras seculares emanó según cuentan una maldición que ocasionó la ruina del magnate de los grandes rotativos. Hearst había sido el culpable de que el gobierno yanqui declarara la guerra a España arrebatándonos el último florón del viejo imperio colonial. En connivencia con el almirante Simpson urdió la estratagema burda de la voladura del Maine. Murieron muchos de nuestros soldaditos como consecuencia del hambre y del tifus después del bloqueo a la isla por la poderosa escuadra norteamericana. Aquellas piedras monacales clamaron revancha contra el hundimiento del buque “Furor” mandado por Fernando Villamil el héroe astur que un 3 de julio de 1898 levó anclas a sabiendas que esta temeraria salida del puerto de Santiago firmaba su sentencia de muerte.

La ruina de aquel banquero judío que en uno de sus múltiples viajes a Europa quiso comprarlo todo tuvo su origen en las plegarias de aquellos buenos frailes y cuyos ecos retumbaban en las bóvedas y los arcos del claustro pidiendo venganza contra la impiedad. El altísimo escuchó sus suplicas y la fortuna del creso magnate se fue al carajo. Por lo visto dios castiga sin piedra ni palo.

 

reflexiones de octubre en arévalo (juguete literario)


 
 
 
 
 
Reflexiones de octubre

 

Adiós montañas adiós fuentes

Adiós ríos

Adiós corrientes

Vivid sin mi siglos prolongados (Garcilaso de la Vega)

 

El rabino Capdevila, encendió una vela en el candelabro de plata de la Tradición.  Se iluminó toda la sinagoga, relucían las lámparas del Menorah y allá un rincón un sacristán rezaba por los bajo junto a los rollos de la ley que transportaba sobre los lomos un acompañante muy fornido. Los dos marcaban el paso litúrgico con unción. En seguida de llegar a Arevalo para visitar la casa de sus mayores (traía en un estuche la mohosa llave que guardaban como un tesoro desde 1492, primero en Rodas, luego Esmirna y Constantinopla, luego Amberes y después el abuelo se embarcó hasta New York) y visitar el viejo cenáculo tuvo la sensación de haber vivido aquella escena de otros pascuas y otros passover repetidos durante siglos. Siempre andaba a vueltas con el concepto de vaso de elegido y erraban por la tierra como una maldición. No había encontrado el descendiente de judíos castellanos que luego trocarían el nombre de Arevalillo por  el de Capdevila, que sonaba más catalán pues así lo quiso un antepasado que moró varios años en el call de Gerona. Por un ventano penetraba la algarabía de los tordos reunidos en concilio junto a la cornisa y la luz tajante de aquella mañana otoñal limpia y reluciente. Las viñas habían rendido su sazón. Él estaba acá, aparte de por los motivos sentimentales ya apuntados, por un negocio; iba a comprar vino incontaminado para las celebraciones del Purim. No lo hay a tal respecto como el que se pisa en los lagares de Rueda. Fue a por vino y quebró el cántaro en el camino esto es que durante degustación del mosto un cosechero inicuo lo emborrachó con mala idea. “Vamos a ver si resiste una cántara este viejo judío”. Y Al amor del traguillo vaso va y vaso bien brindis salud y de hoy en un año y que tú que lo veas perdió la voluntad y un poco la razón. Duro que te pego, brindis al sol. Aquel morapio añejo pegaba mucho más que la cerveza que servían en Manhattan pura química. Se bebió casi una azumbre en la buena compañía del sacristán de la sinagoga y al día siguiente ninguna resaca. Al contrario, gozó durante la noche cuando la noble villa de Arevalo estaba a su mejor dormir de de consuelos espirituales, proyecciones al pasado y al futuro, movimientos de telequinesia que casi le hicieron levitar. Hasta se le apareció un Ecce Homo en plena noche a aquel Justo de Israel,

Este tipo de extrañas visiones en los que se conjugaba al socaire de sus pensamientos y al aleteo imparable de su divagar –ese ir y venir de la imaginación la loca de la casa que iba y venía sin detenerse en un punto concreto pero que servía para retroceder siglos y encontrarse con personajes que habían plisado aquellas baldas y habían expuesto los jueves sus tenderetes en el mercado chico o, en contrario, avanzar hacia lo venidero y ansí se presentaban los judíos del mañana enfundados en sus antiparras luciendo a la espalda filacterias de hierro y paños de oración con fuselaje antinuclear con el que sucumbieron al segundo holocausto, la tercera salida de la tierra prometida el nuevo maná, bastaban unas píldoras para no tener que alimentarse o ir al baño. Para vivir largo hay que comer menos y cagar poquito No obstante, aquello no debía de ser normal (algunos de los más viejos temían la segunda venida y se abstenían de pronunciar el nombre impronunciable y maldito) y la posibilidad de volar como Icaro, leer los pensamientos y comunicarse con Oceanía. Bastaba con apretar un botón. Les crecieron alas en el sobaco a los elegidos. Vino otra vez a Israel la tentación de Luzbel el ángel hermoso que recorría las estrellas envanecido de su poder e instando a los nueve coros celestiales a la rebelión:

—No serviré. Soy más que dios. Lucho contra él.

—Quis Sicut deus- gritó entonces Miguel.

Se entabló entonces una batalla que duraría cien mil años. Al fin se alzó Miguel con la palma de la victoria y Luzbel el más hermoso y poderoso de los Coros sucumbió al poder de la espada miguelina. Huyó con toda su hueste a los infiernos. De manera que su séquito de ángeles bellos se transformaron en demonios perdieron todos las alas y les crecieron cuernos en la frente, gibas en los otrora bellos torsos y se volvieron zambos y bisojos. Unos pocos empezaron a hablar catalán.

Por lo demás en Arevalo se escuchaban los cantos de siempre. Una muchacha asomada a su ajimez recitaba el canto del rey Nimrod cuando el rey Nimrod al campo salía y al mirar al cielo columbró en la estrellería un lucero que le habló del que había de nacer etc.,.

Un poco más allá en el bar Luisa la biznieta de Emilio Romero, bautizado con el pomposo nombre de “Desidée”, que quedaba muy francés y tan bonico, un tratante de ganado de la Morata que acudía a la plaza del arrabal cada martes enviaba un mensaje por guasap. Las radios encendidas anunciaban una matanza que había ocurrido en la plaza de Cataluña. Habían llegado los tanques siguiendo la ruta de la caballería del Conde Duque todo igual que hace cuatrocientos años, lo mismo que hace un cuarto de siglo. Y había fusilamientos y en el call de Gerona entonaban un kadish por los fallecidos pero la vida seguía al igual que tantos años distantes y cercanos en el presente lo pasado y lo porvenir.  Nuestra jodía naturaleza no cambia. Aquí todos somos judíos. No había trabajo y el personal se alineaba en la plaza mano sobre mano en espera de la llegada de Nostramo. Por la A6 pasada la vaguada del Arevalillo pasaban los Volkswagen y los MBV a toda velocidad. Dos camioneros franceses había parado en la zona de descanso y una vieja exoneraba su vejiga al pie de un pino.

—No se preocupe vuesa merced, cague y mee tranquila y haga lo que sea menester. Ahí no la ve nadie.

Estaba la dama muy apurada venía sintiendo el trance desde Villalpando ay que me lo hago.

    ¿Usted cree que va a estallar la guerra?

    Pues no lo sé.

    —Ahora mismito venía de la sinagoga y al salir me encontré con dos moros que me miraron mal porque no iba velada. A nosotras nos gusta ir a cara descubierta. Gastamos solamente pelucas de humildad y no adobamos el rostro con afeites y maquillajes como esas cristianas que parecen putas.

—Si hay guerra pronto vendrá el juicio final y todos preparados para acudir a la trompeta del ángel que nos convoca como es ley ala, todos juntos valle de Josafat. Los malos se torrarán en las calderas de Pedro Botero.

El rabino Capdevila en absoluto se mostraba preocupado por tal extremo, sólo que le dolían un poco las muelas.

—Este diente lleva unos días dándole la tabarra

Y Esther la Gorda que era la mujer de uno al que llamaban Correviernes le recomendó al doctor de la ley que se metiese un canto de río en el bolso de la chaqueta y recitase con más fervor que nunca la “shemá”. A los dolores hay que plantarles cara no haciéndoles caso. Hermano bebe que la vida es breve.

El librero que venía desde Madrid,  Crisostomo Cuja, alias el Enagüillas—había estado en la cárcel siete años por un crimen que no cometió—se emborrachaba haciendo el recorrido libando y haciendo visita a los monumentos tabernarios del Barrio Húmedo un martes si y otro no pues decía el Cuja que al vino hay que ir con tiento no derramarás sangres pero te empaparás en días alternativos. Unos martes las cogía lloronas y otras de sus curdas tenían un carácter eminentemente político. Se ponía en el cancel de la iglesia de Santo Domingo y entonaba una Salve a la Virgen de las Angustias o rompía con su voz cascada a cantar canciones de la guerra de la independencia a voz en cuello. A Ismael Capdevila estas salidas de tono le daban mucha lastima y se alejaba por las callejuelas de la aljama, estrechas y cuajadas de oscuridad meneando tristemente la cabeza:

—Que malo es el mosto pero es mucho peor cuando la coges de cervezas- te queda como un martillo en la cabeza

—Vaya usted por la sombra, señor rabí.

El sastre Genaro le estaba dando los buenos días

 

 

 

 

del diario de león GIBRALTAR GARIDA DE LAS MAFIAS

Creo que conozco bien y a pie de obra la singularidad del estrecho de Gibraltar, de Ceuta y de las franjas que separan ese segmento del norte de África con la Península Ibérica, que es tanto como decir dos universos opuestos a 14 kilómetros de distancia, donde el Mediterráneo y el Atlántico se arremolinan violentamente en una de las vías tradicionales de navegación más importantes y agitadas del mundo.
No hace mucho, cuatro presuntos narcos murieron en aguas de Algeciras después de estrellarse su lancha planeadora, que volaba sobre las olas a 40 nudos, con la patrullera del Servicio de Vigilancia Aduanera que les perseguía en una operación contra el tráfico de drogas.
La lucha constante entre los cuerpos policiales y los narcos en el estrecho viene de largo y no parece tener fin. Las bandas del hachís cargan sin aprietos los fardos en las costas de Marruecos y, apenas una hora después, multiplican por cien sus ganancias deplorables en el litoral español. El dinero fácil, el paro endémico, la adrenalina y el hecho de que para mucha población de la zona el «comercio» de este tipo de droga no esté mal visto, acomodan buena parte de la sociología del lugar.
Desde hace siglos el estrecho de Gibraltar es una tumba silenciosa para miles de personas y naves. Naufragios legendarios, pateras repletas de infortunados «sin papeles» que se van a pique o furtivos al margen de la ley descansan en el fondo del mar como un cruel impuesto a la osadía, ya sea legal o reprobable. El peso histórico del estrecho de Gibraltar queda acreditado como uno de los tránsitos marítimos más intensos del Planeta y, por ende, con mayores probabilidades de transgresiones y criminalidad: contrabando de mercancías, narcotráfico (incluida cocaína y heroína), o mafias de inmigración irregular son las más visibles pese de su clandestinidad.
El valor geopolítico del estrecho es otro elemento cardinal. Ceuta, y Melilla algo más lejana, suponen como cabezas de puente entre dos continentes un obligado esfuerzo de seguridad para nuestro país como frontera exterior del espacio Schengen de libre circulación.
La inquietante situación del Magreb y del Sahel tampoco ayuda a dar estabilidad a la zona ante la amenaza yihadista que pende sobre Europa, y en particular sobre la Península Ibérica, a la que los terroristas han rebautizado como Al-Ándalus con indudable propósito patibulario.
Es evidente que si aparecen hábitats, circunstancias o sinergias que el crimen organizado transnacional pueda aprovechar para asentarse y conquistar un territorio lo hará tarde o temprano. La situación geoestratégica del estrecho y su entorno es de manual de cualquier academia policial o militar. Súmese además la trascendencia del peñón de Gibraltar como colonia-santuario fiscal y el consiguiente efecto llamada que los clanes explotan en su beneficio.
De los estudios y la propia estadística se desprende que en la actualidad el tráfico de hachís y de pateras acarreando inmigrantes irregulares hacinados como ganado por los negreros son las actividades ilícitas que se llevan la palma en aguas del estrecho.
Marruecos es el primer país productor de cannabis cuyo consumo se concentra fundamentalmente en Europa. España, por razones de proximidad, es una de las principales puertas de acceso de la mercancía que luego se distribuye en el espacio Schengen sin fronteras interiores.
Las narcomafias solo tienen que cruzar los 14 kilómetros del estrecho de Gibraltar para colocarla e iniciar su venta en el mercado demandante.
Con todo, las fuerzas policiales españolas vienen incautando el ochenta por ciento del hachís que entra en la Unión Europea, lo que da una idea del volumen del negocio y de la operatividad de los agentes.
En cuanto al tráfico de personas, el Mediterráneo es el escenario de operaciones idóneo para que las redes criminales los muevan de continente, sorteando la vigilancia ribereña o el patrullaje marítimo. Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, más de 10.000 migrantes han perdido la vida desde 2014. Una gran parte de esa horrible cifra le toca directamente al sector del estrecho de Gibraltar.
El avance de la delincuencia internacional, ahora llamada crimen organizado transnacional, es una realidad consustancial a la globalización, pese al empeño de las autoridades por combatirla. El estrecho de Gibraltar nos ha supuesto históricamente, para bien o para mal, una responsabilidad añadida que no poseen otros territorios de la Unión Europea. Merced a ello, si la UE quiere una franja segura con África que decline el «crimen sin fronteras» en sus diversas modalidades, deberá volcarse sin pausa y sin ambigüedades retóricas asumiendo riesgos legítimos. No existen más posibilidades factibles de momento. Nunca un trance sin otro se ha vencido. Dentro del escrupuloso respeto a la ley y al Estado de Derecho, por supuesto. Así están las cosas en verdad.
ENRIQUE IV, REY DIFAMADO, CONQUISTÓ GIBRALLTAR. LUEGO LO PERDIERON PARA LOS INGLESES LOS BORBONES






EL CUARTO ENRIQUE CONQUISTÓ GIBRALTAR

 

Nuestra ciudad debe gran parte de su señorío a Enrique IV, el rey más difamado de la historia de España. Desconociendo muchos, algunas de sus proezas, que los cronistas obviaron. Una de ellas fue su clemencia y suavidad —comitas llamaban los latinos a esa virtud— como mecenas patrocinador de las bellas artes, siguiendo la costumbre de su padre Juan II.

Era buen músico y cantaba bien. Buena parte de las partituras de sus composiciones se guardaban en el archivo de la catedral de Segovia.

No tiranizó a sus súbditos antes bien  mostró lenidad para con sus adversarios, lo cual dio pie a que algunos cronistas como Alonso de Palencia un clérigo converso con muy mala sombra —fue el artífice de la leyenda negra que envolvió al desafortunado monarca en las páginas de la historia de España— le motejaran de debilidad de carácter. Para su gusto un rey demasiado blando.

Gran parte de los españoles desconocen que peleó con la morisma y conquistó las plazas de Archidona y Gibraltar para los castellanos.

En una de estas campañas fue herido en el vientre por una saeta enemiga. Tal vez esa lesión fue una de las causas que determinaron la tan traída y llevada impotencia, que lo convirtieron en el risum teneatis del maligno Palencia y del todopoderoso arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo.

Ellos con otros miembros de la nobleza organizarían la tristemente famosa pantomima del “Pele de Arévalo”, quedando don Enrique destronado.

La corona pasaría a su cohermano Alfonso XII. Se encendieron los bandos de Castilla y un tiempo de luchas abocadas a la guerra civil.

Don Alfonso adolescente de catorce años contrajo matrimonio con una infanta portuguesa pero murió en el lecho nupcial la misma noche de bodas ¿agotado?

El cetro regresó a don Enrique quien no tuvo el coraje de acabar a sangre y fuego con los disidentes. Murió en el alcázar de Madrid después de una cacería en el Pardo, unos dicen que a causa de dolor de ijada, otros sospechan, en cambio, que envenenado, con sólo cincuenta años y veinte de reinado, en el otoño de 1478.

En las capitulaciones del testamento de la Reina Católica su cohermana se lanza esta advertencia: “que la plaza de Gibraltar sea siempre española” como indicando que sin la Roca Calpense bajo la corona nunca será recabada la unidad nacional. Convendría que los españoles repasaran el pliego de referencia para obtener conclusiones de lo que nos está pasando.

Un Borbón Felipe V se la otorgó a los ingleses en 1713 y en tales estamos pero esa es otra historia. Y ahí tenemos a los “brits”, piratas redomados, hostigando a nuestros barcos. Peligroso aliciente en detrimento de nuestra unidad y seguridad patria.

Amen de eso, incorporó a su cetro el condado de Cataluña sobre el cual disputaban los reyes de Navarra y Aragón. Gran actualidad tiene su persona a día de hoy cuando el separatismo campa por sus fueros.

Don Enrique — siguiendo la semblanza biográfica que Hernando del Pulgar hace de su persona —era alto y hermoso de gesto y bien proporcionado en la compostura de sus miembros y a este rey siendo príncipe de 14 años diole su padre la ciudad de Segovia… no bebía vino ni quería vestir paños muy preciosos ni curaba de la ceremonia que es debida a persona real… era ome piadoso e no ía ánimo de facer mal ni ver padecer a ninguno e tan humano era que con dificultad mandaba executar la justicia criminal… era gran montero, placíale andar por los bosques apartado de las gentes… casó siendo principe con la princesa Blanca de Navarra su prima y fija del rey de Aragón su tío, con la cual estuvo casado diez años e al fin ovo divorcio por el efecto de la generación que él imputaba a ella e ella imputó a él…Viviendo  primera mujer de quien se apartó casó con Juana hija del rey de Portugal e en este segundo casamiento se manifestó su impotencia pues como quiera que estuvo casada con ella por espacio de quince años nunca pudo tener con la reina allegamiento de varón aunque don Enrique conoció a otras mujeres… reinó veinte años, y los diez primeros fueron prósperos e llegó gran poder de gentes y de tesoros e los grandes caballeros de sus reinos con obediencia cumplían sus mandatos”

Por tanto en esta estampa prosografica de Hernando del Pulgar tenemos tres aspectos sobre los que reflexionar:

1)          su apostura viril

2)          su magnanimidad y tolerancia amigo de moros y judíos. Segovia fue en esta época la urbe de la tres culturas, por excelencia, y aventajando a Toledo. El rey se rodeó de una guardia mora porque confiaba, igual que Franco, más de la fidelidad mahometana que de la cristiana. Fue muy denostado por eso.

      3) su piedad religiosa amante de la liturgia y de las misas cantadas. Muy devoto de san Antonio.

Diego de Colmenares abona esta misma tesis señalando que, tratando de poner paz en las rivalidades entre observantes y clausurales, que se precipitaron sobre la Orden Seráfica en su siglo, fundó el monasterio de san Antonio en una finca de su propiedad donde cazaba.

Cuando Cisneros atajó estas diferencias manu militari, el convento de san Antonio fue cedido a las Clarisas que lo regentan hasta día de hoy. La Regla de san Francisco contó entre nosotros, por tanto, con cuatro casas de este cordón: capuchinos, claustrales, observantes y las Claras.

Tocante al tema de su “impotencia”, e incluso de su homosexualidad de los que algunos pacatos hacen un mundo, bien pude ser que, a causa del dardo que lo alcanzara en sus partes en la toma de Gibraltar, su aparato genésico tuviera un comportamiento errático —unas veces sí y otras gatillazo— impotencia intermitente a decir de los sabios.

El doctor Marañón en su biografía aduce, sin embargo, el testimonio de las meretrices locales a quienes el rey visitaba “e el rey nuestro señor avía una grande verga e pagaba su débito de amor como cualquier ome”.

Del Castillo su cronista oficial, mucho más benigno que el rijoso Palencia, abundando en el asunto, señala que tuvo amores con una abadesa de Casarrubios a la que frecuentaba, cuando iba a cazar, y también estuvo enamorado de una azafata portuguesa a la cual, furiosa de celos, la reina María despidió de palacio.

Bueno; pelillos a la mar. Estas cosas de tanto monto, para algunos, a otros, llegada la edad provecta, nos causan risa o nos la trae floja.

Cuestiones de alcoba, líos de faldas, o de pantalones. Mi abuelo decía que “cada uno la mete donde puede y donde le dejan” que de menos nos hizo Dios.

En conclusión, creo que el Cuarto de los Enriques fue un gran rey de Castilla, por demás escarnecido y difamado, un total desconocido, y por el que muchos segovianos, no obstante, sentimos cariño porque nos seduce por su simpatía, por su clemencia, por el amor a las artes y a la filocalía.

Nos legó esa primorosa obra de arte que es el convento de San Antonio el Real con sus frescos, con sus bóvedas de ataujía y artesonados. Todo el que vaya a Segovia debiera visitarlo.

Por lo demás, “de nimis non curat praetor”. Hay que dar de lado a tales nimiedades.

martes, 22 de noviembre de 2016